NUEVE Y MEDIA DE LA MAÑANA
Cada mañana cuando la tierra se bañaba en un cálido lago de rayos de sol, él se levantaba
y caminaba por el yermo suelo de baldosas.
Avanza hacia el espejo con pies de plomo, siente ya el tacto gélido del espejo, y el frío le
recorre la espalda, haciéndole estremecer.
Ve una figura oscura, extremadamente parecida a él.
“¿Realmente eres tu? Es curioso, pero se le ve más vivo que a ti.”
No, no, él es yo.
Se acerca más al espejo y apoya los codos y las manos en el cristal.
El estafermo lo imita, y sus brazos se tocan.
Con un movimiento dinámico, casi imperceptible, golpea enérgicamente el espejo con la
palma de la mano, pero el espectro reflejado es rápido.
“¿Pero seguro que no puedes tocar su mundo, pasar al otro lado?”
Él siempre me lo impide.
“Hay una forma sencilla. Efectiva. Rápida.”
Avanzó hasta el espejo, y golpeó y golpeó hasta que todo su cuerpo lloraba, pidiendo salir
de esa espiral de destrucción. Pero seguía golpeando la sombra.
El espejo se hizo añicos, y un diminuto cristal se le clavó en la mano.
Se le había incrustado un trozo de su reflejo muy profundamente.
Sofía Morales Casado 3E1
EL COLECCIONISTA
Amigos y amigas, os voy a contar la historia de este amable y solitario céntimo español.
No creáis que los objetos no tienen vida, porque es una gran mentira.
Todo empezó en un parquímetro a la intemperie. Yo me encontraba reunido con las demás monedas, también amigas mías. Empezamos a escuchar como alguien intentaba sacar un ticket, siempre he querido
ser parte de la vuelta que cae para que me llevasen con ellos y así fue, caí al frío metal.
Aunque soy un objeto inanimado, no pude evitar oír lo que dijo la respectiva señora -Un céntimo no sirve para nada.
Me dejó solo pasando frío.
Paola Llorente Torres 2E5